La luna es pasión de los fotógrafos y demás artistas visuales, ella se luce sola o engalana la composición de cualquier paisaje, así como el paseo de los enamorados.
Es una gran
profesora de fotografía porque siempre nos muestra la misma cara
empecinadamente, pero rotando el ángulo de iluminación en faces que
conocemos hace milenios. Esto nos enseña parte de las artes del retrato.
También nos obliga a aprender a usar bien nuestros equipos, porque no registra sus encantos fácilmente.
Por eso ofrezco aquí un humilde retrato a la luna.
No creo que la modelo esté conforme ya que no oculté sus arrugas, algunas de
millones de años, las que seguramente acompañaron las primeras fogatas de la edad de
piedra.
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