El
otro día vi sobre mi escritorio una cajita de INMOVILISMO plus 21. Como no soy
bobo y sé que es un producto de gran éxito decidí probar un poco.
Cuando
probé el primer bocado vi que era muy gustoso y me sentía en una armoniosa
coherencia con todo aquello que emanaba de los medios masivos de
comunicación. Pronto comprendí que el
INMOVILISMO es cómodo y tranquilo. Consumiéndolo,
tienes más tiempo para ti, puedes ver más tele y hacer tus cosas. Mientras
otros intentan cambiar la realidad para ti, pero gastando el tiempo y la
preocupación de ellos. Pronto comprendí que la realidad es un hecho externo.
No
sé en qué momento ocurrió, pero advertí que ya me quedaba muy poco de este
delicioso producto, así que saqué de su cálido embalaje un instructivo que me
tranquilizó y me llenó de paz. En él decía que “Si el usuario desea seguir
sintiendo los efectos positivos del INMOVILISMO, frecuentemente será necesario
seguir unas sencillas y populares instrucciones, más si es un usuario nuevo y
pueda quedar algún resto molesto de conciencia social”
La
solución fantástica era la utilización de EXCUSAS. Las excusas son muy fáciles de encontrar en
el mercado y aquel prospecto traía una agradable tabla de ejemplos. En aquel
glorioso momento comprendí que con una adecuada y personalizada selección de
excusas perpetuaría aquella segura sensación de INMOVILISMO y pronto borraría de
mí, todo efecto residual de realidad humana de mi ser perfectamente
inmovilizado.
Con
la práctica, mi paleta de excusas se fue multiplicando, los errores y defectos
de los dirigentes sociales, tanto políticos como sindicales fue la escusa ideal
y segura, ya que ellos son generalmente humanos por lo que sus errores y
defectos estaban ineludiblemente garantizados.
La
educación permanente de la sociedad pronto reforzó aquel conjunto tan acertado
de excusas. Para dar algún ejemplo, algunos miembros de organizaciones
sociales y políticas eran personalistas, otros egoístas y solían tener algún
vicio, algo tan generalizado en los seres humanos de nuestra sociedad, mientras
tanto ésta no sea cambiada por alguien.
Además,
en mis tiempos, los pocos que podían escapar de aquel consumo del INMOVILISMO,
solían tener algún rasgo de locura o alguna oscura intención, ya que un mundo
mejor y más justo es una utopía fantasiosa, de la que el INMOVILISMO se encargó
rápidamente de disipar de toda posibilidad de aproximarse a ella , para no
provocar ningún tipo de angustia ni intento de tener alguna RAZÓN para cambiar
a la REALIDAD, y mucho menos soportar ningún trayecto que no sea tan inmediato
como el delicioso INMOVILISMO.
Desgraciadamente, en aquellos tiempos perdí algunos amigos, ya que alguna loca pasión o chispazo
demencial les hizo ver algún defecto a nuestro mundo que pudiera ser solucionado o cambiado ¿Cómo
se les podía ocurrir una tontería de esas?
¡Qué peligro!. De esta manera cualquier relación con este tipo de
cretinos se hacía dificultosa, por su inexplicable intento de participar en
actividades colectivas o de algún tipo de organización progresista, inclusive con aquellos que insistían en consumir música con letras de inútil contenido
social. ¿No les alcanzaba con las canciones de amor solamente? ¿O acaso los
intrincados laberintos del individuo no son suficientemente extensos para
ejercitar y entretener al feliz inmovilista?
Por
aquel entonces aprendí a administrar correctamente la información para mantener
las dosis suficiente de INMOVILISMO. Cuando los medios de información
comenzaban a hablar del número decreciente de millonarios y el inmenso crecimiento
año a año de los indigentes, había que cambiar de fuente inmediatamente. La desgracia y la muerte de inocentes
masivamente por causas económicas me daban pavor, por lo cual mi mundo personal
estaba totalmente esterilizado de dichos datos ya que promovían insegura y
absurdamente alguna actividad.
Tuve
que estar alerta a cualquier propuesta deportiva o social que no fuera motivada
exclusivamente por la caridad y las cajas de madera para los pobres. Aquel
prospecto de la INMOVILIDAD recomendaba las acciones sociales solamente para
mejorar la vida de los inválidos, así disipábamos todo impulso instintivo y
absurdo por pretender cambiar aquellos aspectos “incambiables”, como ser “la
explotación del hombre por el hombre”, las clases sociales u otro fenómeno negativo impulsado por el
hombre a nivel socio económico.
El
envase de aquel producto lo establecía claramente en una leyenda de total claridad
“La proximidad con cualquier injusticia humana y mucho peor aquellas que se
acrecientan con el tiempo, son peligrosamente perjudiciales para el estado
placentero del INMOVILISMO”.
Mi
doctor me advirtió de algunos efectos secundarios que pronto pude experimentar.
Resulta que cuando alguien te quiere conectar con la realidad exterior y te
plantea que la acción colectiva es la única forma de cambiarla, se presentan en el
usuario de INMOVILISMO, enojos y enrojecimientos de la nariz, acompañado de
cambio en la respiración y adrenalina en la sangre, pronto para correr o
golpear. El profesional me comentó que
ello se debía a una conexión instintiva residual, que recuerda a nuestro sub
consciente lo que tendríamos que estar haciendo en lugar de disfrutar del
INMOVILISMO. "Pero no hay que preocuparse", me dijo, "estos efectos secundarios son generalmente
reversibles cuando uno llega a casa y consume la pequeña dosis diaria de este
relajante producto lejos de las molestas e incambiables injusticias".
Por
eso, el problema para el INMOVILISMO no es que alguien tenga mucho. El problema
es que alguien tenga tanto y A CAMBIO de
que alguien tenga tan poco, que sus hijos se mueran de hambre (por ejemplo). Por eso, en mi
trabajo nunca me afilié a mi sindicato, y siempre que pude hablé mal de él para
alejar los nefastos efectos secundarios. No sea cosa que deje de sentir los
plácidos y seguros efectos del
INMOVILISMO.
Guillermo Bernengo,
mayo 2014
Artículo editado en
el libro “La otra versión de Alicia y otros cuentos” de Guillermo Bernengo
editorial deauno.com elalaph.com ® © 2015
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1 comentario:
excelente!!
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